miércoles, 8 de febrero de 2012

Productividad y Competitividad de la Economía Peruana


El importante crecimiento macroeconómico que  ha  atravesado  el  Perú  en  los  últimos
ocho años, ha puesto al país en los ojos del mundo como una economía emergente
con retornos a la inversión  bastante atractivas. Si bien este crecimiento ha sido
explicado, en mayor parte,  por la acumulación de factores y, en menor medida, al
crecimiento de la PEA y la productividad. Sin embargo, dicho desempeño no sostendría
el crecimiento del producto en el largo plazo.
Desde el punto de vista macroeconómico, el WEF Global Competitiveness Report define
a la competitividad como la habilidad de un país para alcanzar altas y sostenidas tasas
de crecimiento en su producto  per-capita. Un ejemplo de ello fue el impresionante
avance de las economías del sudeste asiático, las cuales han mantenido un crecimiento
promedio per-capita de 6.5% anual desde 1966 a 1990. Asimismo, desde una mirada
microeconómica, la evidencia internacional  señala que es importante promover la
innovación y la capacitación en las empresas para lograr un posicionamiento favorable
en la competitividad. Los países que ocupan los 50 primeros lugares en innovaciones lo
aplican a través de incentivos.
En el Perú, la estabilidad monetaria y la mayor apertura comercial han contribuido, de
alguna manera, a mejorar su competitividad frente a otros países. Esta mejora se
puede ver reflejada en la tendencia del tipo de cambio real, sin embargo, la
competitividad no sólo depende de dicho  factor sino también de los niveles de
infraestructura, la capacidad de gestión pública y privada y la calificación e innovación
de los productos y procesos. Se estima que el país invierte 0,1% del PBI en I&D
(ejecutada por sólo el 2% de empresas), muy por debajo de América Latina (1%) y de
economías desarrolladas (2,5%). Asimismo, existen fondos como FINCyT y FIDECOM
que alientan la generación de innovaciones de procesos en pequeñas y micro
empresas pero estos tienen baja incidencia.
En el 2007, el 70% de las empresas capacitaban en el Perú pero a un porcentaje muy
bajo de la PEA. Estos gastos de capacitación por empresa equivalían al 0,6% de sus
ventas y 3% de la nómina, lo cual ha venido descendiendo desde el 2001 (desde S/.
88 mil a S/. 70 mil por empresa). Estos gastos eran además mal enfocados, pues los
principales receptores eran el personal de dirección y ventas o funcionarios, más no el
personal de producción o supervisores de planta. Es decir, las empresas sólo estarían
capacitando al personal con los que le interesaría tener una relación laboral de largo
plazo.
Por otro lado, las empresas nacionales consideran que innovar significaría un descenso
en su rentabilidad. Frente a ello, se propone un mecanismo de incentivo para que las
firmas innoven y así enfrentar también la apremiante competencia externa. Este
incentivo vendría a través de un reintegro tributario, el cual estaría sujeto a resultados
que es alcanzar un crecimiento de la productividad de 2% a 2,5% anual, cifra que
puede aproximarse con el incremento de sus ventas por ocupado superior al 2,5% por año. No obstante, se propone reforzar  la institucionalidad existente para el
financiamiento de la capacitación e innovación en la pequeña y microempresa con
énfasis en financiamiento del gasto en innovaciones y capacitación laboral. Los fondos
priorizarían a las Mype agrupadas en consorcios, insertas en redes, subcontratación o
cadenas productivas, ya que poseen mayor potencial competitivo y se organizarían
mejor.
Existen además una serie de problemas estructurales que impiden al Perú mejorar su
nivel de competitividad frente a otros países. Estos problemas son los bajos niveles de
infraestructura, la pobre calidad institucional, la alta rigidez del mercado laboral y los
bajos niveles de capital humano.
En el caso de los niveles  de infraestructura, es necesario dar un mayor número de
concesiones y privatizaciones, desarrollar proyectos de transmisión eléctrica, incentivar
el cambio de la matriz energética al gas natural dejando de ser tan dependiente de las
volatilidades petróleo y mayor inversión en mantenimiento de infraestructura, de esta
manera se reduciría el déficit de infraestructura y por ende los costos a la producción
en inversión. En el plano institucional es importante hacer más eficiente y predecible el
sistema de justicia, reducir los niveles de corrupción, reducir los índices de criminalidad
e inestabilidad política y también reducir los costos de los servicios a las
municipalidades. El Perú es uno de los países donde el inicio de un negocio y la
obtención de licencias son demasiado lentos, el cual coadyuva a mantener el alto
grado de informalidad. En tanto, en el plano educativo, se debe mejorar en las áreas
de matemáticas y lenguaje, mejorar la remuneración de los docentes al mismo tiempo
que se le dé una capacitación eficiente, mejorando sus recursos pedagógicos,
actualizándolos en contenidos y metodologías de enseñanza. Por último, se debe
incrementar la protección al trabajador y reducir los costos de despido.
En suma, la estabilidad macroeconómica y apertura comercial han incidido en la
mejora relativa de competitividad del Perú, sin embargo, la pobre capacidad de
inversión en innovación, elevado déficit de infraestructura, pésimo desempeño de las
instituciones públicas, bajo nivel educativo y capacitación al trabajador estarían
impidiendo que el Perú siga la senda óptima de alcanzar los niveles de los países
desarrollados. Es imprescindible tomar acciones de mediano plazo mediante reformas a
nivel general, pues si estas no se hacen no se podrá sostener altas tasas de
crecimiento en el largo plazo sólo por la acumulación de factores.  

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